Masacre obrera
Lugar donde el 3 de Marzo de 1976 la policía nacional, ASESINA en Vitoria-Gasteiz a 2 de los 5 trabajadores caidos en la lucha obrera, Romualdo Chaparro Barroso de 19 años (de Agrator) y Francisco Aznar Clemente de 18 años (operario de Panaderías y Estudiante), también ASESINARON en otros lugares y a consecuencia de los mismos incidentes a Pedro María Martínez Ocio de 19 años (de Forjas Alavesas), José Luis Castillo García de 32 años (de Basa, del Grupo Arregui) y Bienvenido Perea de 30 (de Grupos y Diferenciales), hiriendo a su vez a más de 500 personas de las cuales 150 a consecuencia de disparos realizados con fuego real, todo ello por el mero hecho de reclamar sus derechos, la clase obrera jamás podrá perdonar a Manuel Fraga Iribarne, entonces Ministro de la Gobernación y a Rodolfo Martín Villa, Ministro de Relaciones Sindicales, como los mas directos responsables de este brutal acto terrorista policial de,
aquel fatidico 3 de marzo de 1976
Hace 44 años, la policía armada “los grises” desalojaba por la fuerza una asamblea obrera que se estaba celebrando en la iglesia de San Francisco, en el barrio vitoriano de Zaramaga.
El método asambleario había sido el utilizado a lo largo de un conflicto laboral que afectaba a las principales industrias –salvo SAFEN Michelín- de la ciudad y que se había prolongado durante dos meses, terminando por afectar al conjunto de la población vitoriana.
Aquella asamblea brutalmente desalojada –la decimoctava de las mismas características desde el inicio de la huelga- había sido convocada de forma pública días antes por parte del organismo director de aquella huelga, la Coordinadora de Comisiones Representativas, que agrupaba a los representantes de las diferentes asambleas constituidas en cada una de las fábricas afectadas.
Desde un principio, se había desestimado la utilización del sindicato vertical y sus representantes –enlaces y jurados- para tratar de resolver el conflicto, al no considerárseles en la mayor parte de las empresas auténticos representantes de la voluntad e intereses de los trabajadores.
Con la reunión del colectivo afectado y el incorporado por solidaridad se pretendía culminar una jornada de huelga general que había sido masivamente seguida por los trabajadores de la capital alavesa. La convocatoria había tenido como objetivo manifestar el rechazo a la situación por la que atravesaban los trabajadores de las empresas en huelga y, especialmente, la de los despedidos durante el transcurso de ésta.
La consigna a seguir por parte de los policías fue muy clara: sacar a los asambleistas de la iglesia e impedir el desarrollo de la reunión como fuera. Los duros enfrentamientos habidos entre huelguistas y policía esa misma mañana, durante la cual las fuerzas del orden ya habían utilizado las armas de fuego contra los trabajadores, habían hecho intolerable a los ojos de los representantes gubernativos el mantenimiento de aquel conflicto que, empezaba a afectar muy seriamente lo que para ellos era intocable: el orden público.
Tras rodear la iglesia impidieron que más personas accedieran al interior de la misma. Posteriormente trataron de parlamentar con los asambleístas para que abandonaran el templo. Aquella sugerencia fue rechazada entre abucheos, al entender que se tenía derecho a estar reunido, como se había hecho otras muchas veces –aunque era algo aún no respaldado por la legalidad vigente- y el fundado miedo que se tenía a las represalias si se salía del templo. Incluso intentaron convencer a un sacerdote para que ejerciera de interlocutor con el párroco de la iglesia de San Francisco, esperando que éste pudiera declarar la ilegitimidad de la reunión, algo que no sucedió. Agotados los intentos previos, alguna mente preclara decidió que el modo más efectivo de llevar a cabo el desalojo era arrojar botes de humo al interior de la iglesia, un recinto cerrado. A partir de ahí, el miedo y la asfixia provocaron la salida atropellada de las personas reunidas, lo que fue repelido por la policía armada con porrazos, pelotas de goma y finalmente por las armas de fuego. Tres muertos casi en el acto -a los que se unirían otros dos más en fechas posteriores, que no pudieron superar las graves heridas sufridas por el ataque policial- y aproximadamente un centenar de heridos de diversa consideración, fueron el resultado de aquella barbarie.
Vitoria. A pesar del paso de los años, la capital alavesa se resiste a olvidar uno de los sucesos más trágicos de la historia de esta ciudad. Cada 3 de marzo, año tras año, prácticamente en todos los lugares, en los medios de comunicación, en las redes sociales, y sobre todo en la calle, hay palabras de recuerdo para Pedro, Francisco, Bienvenido, Romualdo y José, los cinco trabajadores que resultaron muertos a manos de la Policía en el barrio de Zaramaga el 3 de Marzo de 1976.
3 de Marzo de 1976. Esta fecha se ha convertido no sólo en un día para hacer memoria, sino también para luchar "contra la impunidad" del Estado hacia quienes cometieron aquellos terribles actos sangrientos, que dejaron además un centenar de heridos de bala en las calles de la ciudad. La Asociación de Víctimas sigue reivindicando su reconocimiento, así como la creación de una comisión de la verdad que señale a los culpables. Con este motivo vuelven a manifestarse año tras año por las calles de la ciudad, arropados por los sindicatos ELA, LAB, ESK y STEE-EILAS, y algunas formaciones políticas, Comisiones y UGT se mantienen al margen para no perder las subvenciones y buenas relaciones que mantienen con los politicos corruptos y los empresarios caciques de esta españa.
¡¡¡GORA EUSKADI OBRERA!!!